El próximo martes, 24 de Agosto, se celebrará el día de San Bartolomé, patrón de Ibarra, un santo especial para los Ibartarras como lo es San Juan para los Tolosarras, y es que, además de celebrarse las fiestas del pueblo, San Bartolomé se une con las guindillas y los tomates de Ibarra.
Pueblo con una gran tradición hortícola, las guindillas, también conocidas como piparras o langostinos de Ibarra, son uno de los productos más conocidos que se producen en el pueblo, ya que resultan todo un manjar.
Tanto es así que durante todo el verano las guindillas han sido, con permiso de los tomates, las vainas o los calabacines, unas de las grandes protagonistas del Mercado de Tolosa.
Ideales para comer fritas, encurtidas o incluso picadas crudas en alguna ensalada o alguna otra receta, la gracia de estas está en que siempre hay alguna que pica y hace pasar un rato incómodo a algún comensal.
En uno de los anteriores artículos, en el que pudimos visitar la huerta del caserío Montes de Ibarra, ya pudimos ver cómo crecían las guindillas y cómo ya recogían las primeras cosechas del año. En aquella visita, Patxi Izaguirre, del caserío Montes, nos explicó cómo de importante es evitar en la mayor medida posible que los rayos de luz alcancen a las guindillas para evitar ese incómodo sabor picante. En su caso, nos contó que plantan las plantas de guindilla de dos en dos para que estas se hagan sombra la una a la otra y así evitar en la medida de lo posible el sol en las guindillas.
Como curiosidad, cabe destacar que, si bien tradicionalmente las guindillas se consumen cuando están verdes y frescas, estas no son más que las guindillas que aún no han madurado del todo, ya que si se dejan madurar en la planta durante unas semanas o incluso unos meses más, las guindillas se vuelven de un intenso color rojo.